Los bordes de la cultura urbana

lunes, 27 de junio de 2011

Aromáticamente sensual

Su aroma nos llama, nos atrae, nos conquista, nos gusta más o menos, nos impacta. El perfume, ese líquido famoso por generarnos infinitas sensaciones. La palabra proviene del latín  "per", por y "fumare", a través del humo, haciendo referencia a la sustancia aromática que desprendía un humo fragante al ser quemado, usado para sahumar. En la actualidad, se refiere al líquido aromático que usa una mujer o un hombre, para desprender olores agradables.

            Cada fragancia nos refiere a una situación particular, es sabido que cada vez que una persona va a vivir un momento especial, se pondrá su perfume preferido. Nos da suerte, nos hace sentir mejor, es el último retoque de belleza antes de salir. El perfume nos complementa, nos define, es una de nuestras mayores particularidades.

            Esto es ahora, pero y los orígenes de este singular invento?  Nace en ritos religiosos, antiguamente se quemaban los perfumes como forma de ofrenda a los dioses. Se hizo profano por las el uso de las mujeres, que comenzaron que utilizarlo en el cuerpo al igual que Cleopatra.

            Los árabes, al descubrir el alcohol lo comenzaron a utilizar como soporte y desde la edad media aparece en Francia “El agua de Hungría”, fue la primera de una línea que terminó convirtiéndose, llegado el siglo VIII, en “El agua de colonia”. Finalmente un italiano, Jean Marie Farina, le cambio el nombre a “Colonia”.

Los perfumes, como los conocemos actualmente, son soluciones alcohólicas de una fragancia natural o sintética. El método utilizado para elaborar Lociones, Eua toilette, Colonias, agua de Baño, entre todos los que conocemos, es muy sencilla, por los elementos que usan: esencia, alcohol y agua.

Nos hipnotiza, conquista, invade, nos seduce. El perfume, sin lugar a duda, es una de las pequeñeces que más caracteriza al ser humano.

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